¿Qué se te viene a la mente cuando hablo de los enemigos de las mujeres?

Tal vez los carbohidratos o los postres, porque nos tientan y hacen que la báscula se dispare. Quizás la menstruación, porque me pongo muy sensible, muy peleona y todo me da chicha. A veces me genera dolor y cuando no viene me asusto o si estoy pidiendo bebé, me entristezco cuando aparece. 

Pues no. Te voy a decir cuáles son los tres enemigos que yo considero que son los peores que puede tener una mujer. 

El auto engaño: mentirte a vos misma

Uff, todas lo hacemos de forma consciente. Es como un mecanismo de defensa que salta por ahí y tendemos a ver y a endulzar y suavizar las cosas un poco con tal de no sentir tanto dolor.

¿Te han puesto los cuernos o conocés a alguna que le haya pasado? Yo creo que a casi todas. 

Entonces en una situación así, decís “carajo, me pusieron los cuernos, me fueron infiel, tengo unos cachos gigantescos que ya ni puedo pasar por la puerta”. Pero conversás con la persona y al final lo perdonás y te quedás con él, por la razón que sea: porque el matrimonio es complicado, porque esas cosas pasan, porque pobrecitos los chiquitos, por la estabilidad financiera. Por lo que sea. 

Te sentás un dia con tus amigas y estas conversando, porque obviamente ellas saben porque cuando te pusieron los cuernos llamaste a todo el mundo, lloraste y pataleaste. Entonces ellas te preguntan cómo la estás pasando, qué tal estás y vos empezás con este tipo de conversación: 

  • “No, pues al final no era tanto como yo pensaba. La verdad nunca pude comprobar nada, la muchacha era así y asá”. Y  empezás a justificarlo, a dar excusas y explicaciones que realmente no tienen ni pies ni cabeza. 

Si en vez de eso, dejaras de mentirte a vos misma, sería algo como esto: 

“Sí, me pusieron los cuernos y a pesar de eso yo decidí perdonarlo por estas y estas razones”. Pero no te enganás ni te mentís poniendo excusas. Y no me refiero a que se lo digás a los demás, sino que se trata de reflexionar sobre el mensaje que te das a vos misma. 

Te voy a poner otro ejemplo donde tal vez queda más claro la forma en la que nos mentimos. 

¿Cuántas veces has empezado algo y lo dejás sin terminar? ¿O has estado muy convencida de la carrera y del trabajo, con cada molécula de tu cuerpo, y una vez que arrancás sentís que no te gusta? 

Estudiaste esto pero no lo ejercés, estudiás lo otro pero tampoco lo ejercés. O cambiás constantemente de trabajo y ninguno te gusta, o dejaste de trabajar porque siempre te tocaron jefes muy malos, el proyecto no te gustaba, te enfermaste por esta razón. En fin, siempre pasa algo, no terminás las cosas y cambiás muy fácilmente. 

Posiblemente tenés una excusa válida en tu cabeza del porqué no lo estás haciendo y te das cuenta de que responsabilizás a los demás: tuve un mal jefe, el proyecto no me gustaba y así le ponés un montón de razones a algo que es tu responsabilidad. Me miento  y me engaño diciéndome cosas como “no me gusta, mi jefe era así, ser mamá y trabajar al mismo tiempo no se puede, mi marido se resiente, etc”. 

Engañarse a sí misma es muy cruel, vos no le mentís a una persona que amás ¿verdad? 

Así que tené un poco de amor propio y no te mintás. 

La incongruencia: es lo que digo que voy a hacer vs lo que realmente hago. 

¿No te ha pasado que conocés a alguien que dice: “es que yo soy así y así y así”. Y vos por dentro te preguntás de qué carajos estará hablando porque vos sabés que no es así como se describe. 

La incongruencia es todo lo que yo digo que voy a hacer vs lo que realmente estoy haciendo. 

Por ejemplo, un padre de familia que es fumador y le dice a sus hijos, con el cigarro en la boca, que aprendan de sus errores y no fumen. O cuando digo que quiero perder peso y hacer dieta, mientras me como un postre. Pero es que “hoy es el último día y mañana empiezo”. 

La incongruencia abarca tus pensamientos, tus actitudes y tus acciones. Es poco congruente que una persona diga que quiere cambiar su vida, mejorar y progresar  si lo que hace constantemente es estarse quejando. Digo y digo, pero no ejecuto.

El uso de los disfraces

El miedo es bien complicado, le encanta Halloween. Le encanta disfrazarse de un montón de cosas. Se disfraza de “no quiero, no puedo, no debo” y la que más escucho, “no me gusta”

Yo hago talleres con cientos de mujeres y la palabra que más escucho es “es que eso a mí no me gusta” y siempre les pregunto: “¿pero los has intentado?” Y me contestan que no, pero que ellas se conocen y saben que no pueden hacerlo y se dan por vencidas si tan siquiera intentarlo. 

Si nosotras pudiéramos quitarle ese disfraz al miedo ¿qué tanto cambiarían nuestras vidas? 

Es imposible dejar de sentir miedo del todo, pero si aprendo a manejarlo y a identificarlo, puedo tener una mejor relación con él. 

Así que te invito a: 

  • Dejar la mentalidad de supervivencia y empezar a construir una de progreso. Parte de la construcción de esta nueva mentalidad es dejar de engañarte, de mentirte, de responsabilizar a los demás por lo que vos hacés, tomar acción y ejecutar. No seás como Cantinflas de “así como digo una cosa, hago otra”. Chao con Cantinflas. 
  • Procesar acciones y ejecutar: mujeres, nacimos para ser personas felices y exitosas. Es hora de que empecemos a actuar como tales. 
  • Quitemosle los disfraces al miedo: conozcamos que existe, que es natural y fue creado para protegernos y defendernos. Es parte de nuestra vida y va a estar ahí presente, pero lo que hagás con él es lo que marca la diferencia. 

Empezá a quitarle el disfraz de “no quiero, no debo” y empezá a utilizar esta frase: “me da miedo, pero lo hago con miedo. Me da pereza, pero lo hago con pereza. No puedo, pero lo intento y lo hago aunque no pueda”.

Empecemos a cambiar el lenguaje y quitémonos los disfraces. 

Hasta la próxima.