Tuve la oportunidad de ir a las fiestas de Santa Cruz (Costa Rica) con unos amigos de oriundos del lugar. ¡Estuvo espectacular! Como siempre estoy pérdida, me imaginé que eso era playa. Iba con vestido de baño, overall y unas sandalias. Nos fuimos directo a las fiestas y al entrar empecé a ver a toda esa gente campesina tan linda, arreglada de forma muy elegante, con su sombrero bien puesto, la camisa enrollada manga larga, faldas adentro, fajas con hebilla grande, pantalón apretado, botas vaqueras, verdaderamente se veían demasiado elegantes. Todos se preparan desde el año anterior, consiguen la ropa o se la mandan a hacer. Las chiquillas caminando jugando de la última Coca Cola del desierto y todos los hombres jugando de toros fuertes. Hermoso, se veía todo lindísimo.
Me fui a meter al campo ferial para escuchar un concierto de Los Ajenos, grupo nacional que me encanta, y empecé a ver cómo la gente pedía licor. La gente en las fiestas de San José, Palmares y Zapote, otras áreas de Costa Rica, pide una que otra cervecita. Pero no, en Santa Cruz la gente sí toma con todas las ganas. Agarran de six-pack en six-pack, toman vino coyol, licor de contrabando, y cajas de cervezas puestas en los pies solo para seguir tomando. Dentro de la dinámica empezaban a juntar tierra con los pies, y cuando ya tenían un volcancito de tierra, le zapateaban encima mientras decían: “¡Arreeee!” Lo hacían con tantas ganas que yo deseaba zapatear pero de tonta llegué en chancletas.
Terminó el concierto y salí del campo ferial, yo ya iba comenzadita en tragos y escuché una música demasiado pegajosa desde una cabañita que estaba ahí cerca. Nos fuimos a meter y encontramos ese ese swing criollo pirateado riquísimo típico costarricense. Y yo sentía toda la electricidad en el cuerpo, aunque yo salga de Costa Rica, Costa Rica no sale de mí. Y justo estaba en aquella meneadera de pera cuando vuelvo a ver y estaba aquel hombre de camisa roja con panza como de embarazo, pantalón todo apretado, y la muchacha con la que bailaba con un short diminuto y tacones como de 15 cm. A mí me dolía la espalda solo de verla, pero verlos bailar era un espectáculo. Hay cosas ricas, y ver a una pareja haciendo un buen baile de salón.
Ese hombre se deslizaba por la pista y parecía que estaba flotando. Cambiaron la canción, pusieron bachata y la nena lo agarraba del pelo, le daba vueltas y lo zarandeaba. Yo solo decía mientras sentía todas las envidias: “Qué me baile pegado a mí”. Y el chamaco me escucha y me llega al lado para decirme: “Ma, ¿quiere bailar?” Y yo totalmente insoportable le digo: “Ahorita no, más tarde”. Y él me dijo: “Ma, ¿qué le pasa? ¿Usted cree que yo no bailo? Porque yo bailo y bailo muy bien. ¿O qué es, que a usted solo le gusta el lomo plateado?”. Y yo pensaba: ¿El lomo plateado será un bistec como con cebolla gratinada? Y él seguía diciéndome: “Ma, yo no tendré pelo en el pecho, pero yo soy un macho alfa. Yo soy montador de toros”. Y me empezó a decir un montón de cosas más pero yo no entendía nada, porque mi mente lo que pensaba era: “¡Carajo, yo soy políglota, soy en Costa Rica y ocupo un traductor para entender qué me está diciendo una persona costarricense!”
Resulta que le dije que no al macho alfa bailarín, y ya cuando lo vi otra vez bailando y bailando, me arrepentí por completo mientras le gritaba: Nooooo, muchacho, vuelva. Y entonces lo fui a buscar y le dije: “Ahora sí guapetón, bailemos”. Y me dijo: “Aguárdese un momento ma, aguárdese un momento que estoy cogiendo aire”. Y después de que agarró aire empezamos a bailar y adivinen qué: Catalina terminó bailando pegado con el macho alfa toda la noche. ¡La pasé espectacular!
Salí de ahí, me despedí de todos los novios nuevos que hice. Me comí el arroz chino con todas las coliformes, la carne de dudosa procedencia, que posiblemente pueda ser de cualquier animal, los elotes, las manzanas, TODO me lo devoré. Nos fuimos en el carro con mis amigos mientras yo les contaba la historia tan divertida que había tenido, hasta que uno de ellos me dice: “Cata dele ganancia a esa vara”. Y yo buscando en el traductor a lo que podía referirse. Se levantó otro amigo de atrás ya borrachillo y me dijo: “Cata, que le subás volumen a la música”.
¡Fue lindo, fue una experiencia lindísima! Costa Rica es tan bonito, yo he tenido la oportunidad de vivir afuera y Dios me ha dado la bendición de conocer muchos países. Con criterio y todo el amor del mundo, les prometo que Costa Rica es un paraíso. Es un país que vale la pena, así que tratemos de mantenerlo así.
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