La verdad es que todos estamos hechos leña.
De una forma u otra, a veces nos sentimos desesperados o llenos de dolor. Y lo peor es que viajamos con equipaje y no soltamos esa bendita maleta que anda cargada de historias pasadas, sufrimiento, tristezas, rencores, rompimientos y preocupaciones.
Así que ponele el nombre que querás: todos, absolutamente todos, estamos hechos leña. Nos sentimos solos, desesperados, preocupados, estamos cansados, drenados, nos sentimos perdidos y ya no damos más.
La carga es tremenda, pero insistimos en no soltarla.
Decidí en qué enfocar tu energía.
Imaginate que tenés dos semillas: una del bien y otra del mal. Además tenés un litro de agua, pero se lo echás a la semilla del mal: pasás viendo noticias con artículos nocivos, escuchás audios de WhatsApp con historias trágicas, accidentes, muertes y demás. A eso sumale las redes sociales con un montón de gente quejándose o los compañeros tóxicos que tiran mala vibra todo el día.
Pero es como si a nosotras nos encantara estar en eso. No solo alimentamos a la semilla con agua, sino que le damos batidos verdes, suplementos alimenticios, vitaminas… y la alimentamos y la alimentamos, hasta que la semilla del mal se hace gigante e insoportable. ¡Y solo con un litro de agua!
Aunque ¿qué pasa si utilizamos el agua para regar la semilla del bien?
Porque pensá que si te gastás todo un litro de agua en una sola planta la otra se muere y se marchita.
¿Qué pasaría si dejás de ver noticias o de escuchar mensajes de WhatsApp tan tóxicos? No los compartás, no te llenés de información falsa. Intentá ver lo positivo, agradecele a Dios que, a pesar de estar en una pandemia, tenés comida, casa y a tu familia. Estás viva y te sentís bien, podés caminar y respirar.
Y poco a poco, con estas pequeñas acciones te llenás de gratitud y seguís alimentando y alimentando a la semilla del bien. Entonces la del mal se debilita y muere, porque ya no tiene sustento.
Ese litro de agua es la energía que tenemos durante el día y podemos decidir en qué queremos invertirla.
Todos estamos hechos leña, ¿pero qué querés hacer con esa leña? ¿Convertirte en fogata y esfumarte? ¿Convertirte en un incendio grande que quema todo lo que encuentra o querés utilizarla para construir y edificar una casa?
La decisión es tuya.
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