Hoy venia en el Uber  y venía hable que hable con el conductor. 

Me estaba contando de una tragedia que él presenció el día anterior. Resulta que estaba manejando y vienen dos carros peleando y de repente se parquean. 

En el carro de enfrente venía un señor de unos 55 años y en el carro de atrás un muchacho de unos 35. Se baja  el señor, tira la puerta fuertísimo, camina con ese porte de macho y empieza a gritar un montón de cosas. El muchacho le responde: “señor, devuélvase, déjelo así, aquí no ha pasado nada”. 

El señor insiste y sigue discutiendo y le patea la puerta del carro al muchacho. El muchacho con un tono diferente le dice: “señor, váyase, no me provoque, déjeme tranquilo, váyase”. Pero el señor no entiende y lo escupe en toda la cara. El muchacho saca una pistola… le pega dos balazos en la cabeza  y mata al señor.

Cuando yo estaba hablando con el Uber, me dijo una frase que me dejó impactada porque yo estaba pensando exactamente lo mismo: “todo eso se pudo haber prevenido. Nada de esto hubiera pasado, era fácilmente prevenirlo”.

Y quiero contarles que nosotras hacemos exactamente lo mismo todos los días de nuestra vida. 

Pero Cata ¿cómo que nosotras hacemos esto? 

Sí, lo mismo. Te lo explico: los seres humanos tendemos a responsabilizar a los demás por todas las cosas que nos pasan. Por ejemplo con el Covid, es muy fácil responsabilizar solo al gobierno y hablar del colapso que hay en los hospitales, que la UCI está a reventar y que la gente se está enfermando y que el gobierno no hace nada para resolverlo. Mi pregunta es: ¿vos qué estás haciendo?

Y así para cualquier ejemplo en tu vida. Porque te lo voy a plantear de esta forma para que veás cómo hacemos exactamente lo mismo cuando en realidad podemos prevenir muchísimas cosas.

Dejemos de romantizar la gordura y el exceso de trabajo 

Nosotras somos el señor de 50 años que va en ese carro, reaccionamos malcriadas y abrimos la puerta del golpe. ¿Cuál es nuestro equivalente a “paaaaam” al abrir la puerta?

El estrés; ese estrés que no podemos manejar. Venerar el trabajo, llevar el exceso de trabajo como si fuera una medalla de honor y sentirnos orgullosas de eso, cuando en realidad puede generar separaciones de familias, crear distancias y dañar tu salud. 

Eso debe parar porque ¡está mal! 

Y volvemos a ser el señor de 50 años y vamos caminando hacia el carro del muchacho…y le pateamos la puerta. Ahí estamos responsabilizando a los demás de las cosas que nos pasan. 

Como cuando culpo al gobierno de que yo tenga presión alta y obesidad y de que no haya camas en el hospital, cuando yo soy la que tiene obesidad y presión alta. Estas dos enfermedades en específico son prevenibles porque van de la mano con el estilo de vida (ojo, no en el 100% de los casos, pero sí en la mayoría). 

No tenemos un estilo de vida saludable, tenemos mala alimentación, no hacemos actividad física, dormimos mal. Y de repente, nos escupen en la cara y aparece una enfermedad como el Covid que nos pega dos cachetadas y nos revuelca. 

Y ahí es cuando vos decís, esto también pudo haberse prevenido. Si hubiera tomado decisiones acerca de mis hábitos, no la estaría pasando tan mal ahora. 

Pero en este blog no todo es regaños, te voy a contar qué podés hacer al respecto.  

Tomá responsabilidad: entendé que sos la única responsable de absolutamente todas las cosas que te pasan. No puede ser culpa de nadie, ni de tu papá, tu mamá, ni de las cosas que hicieron tu vida más o menos triste. Nada de eso, la única responsable sos vos.

Yo siempre le digo a mis clientes: 

“Uno no es responsable de todo lo que le hicieron cuando era niña, todas las cosas que pasaron cuando era pequeña, pero vos como adulto sí sos responsable de tomar acciones al respecto. ¿Qué estás haciendo vos?”

Dejá de venerar el exceso al trabajo: sencillamente tenés que entender que trabajás para vivir y no vivís para trabajar. 

Dejate de influenciar por las cosas externas y esas tentaciones de querer pretender tener una vida lujosa que no es necesaria porque, al fin y al cabo, son cosas que no te hacen feliz. Valorá más a tu familia, compartí con los tuyos y dejá de rodearte de un ambiente de consumismo en el que estás obligada a cada día querer más y más.

Adoptá un estilo de vida saludable

  • “Cata, pero es que a mí me encantan los chicharrones”. 

A mi también y con cerveza, pero no lo tengo en mi dieta diaria. En mi casa yo no tengo esas cosas y las como cuando salgo. 

  • “Cata, pero es que yo me los como en una cenita”. 

Ajá ¿y cuántas cenitas tuviste hoy? 

Si sabés que los postres son una debilidad, no los tengás, no los comprés y al no tenerlos ahí a la mano,  por lo menos lo disminuís.

  • “Cata, es que yo trato de hacer ejercicio pero me cuesta demasiado”. 

Ponete metas pequeñas, no hagás las que hice yo, que pagué un gimnasio por un año y si acaso fui tres días. Según yo, me iba a convertir en una mujer deportista. He perdido plata en cosas que definitivamente no he hecho. 

Pero con metas pequeñas es más sencillo, empezá caminando 20 minutos a la semana. Aunque parezca poco, eso es más que cero y de ahí vas gradualmente aumentando y aumentando. 

Los malos hábitos deben disminuirse lo más que se puedan. Si antes fumabas 10 cigarros al día, fumate 5. La cosa es que vayás poco a poco disminuyendo y tomés acciones al respecto. 

Además respetá el sueño, Dormir es un lujo y tenés que aprovecharlo. Desvelarse leyendo, quedarse trabajando o no dormir porque no podés parar la serie de Netflix es un pésimo negocio. 

Sabiendo todo esto ¿qué otras cosas tenés en tu vida que crees que podrían prevenirse?