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Lo que Callamos las Mujeres: Comparación vs Aceptación

Lo que Callamos las Mujeres: Comparación vs Aceptación

Por Catalina Rivera para Boca Roja | 17 de enero de 2022

¿A cuántas no nos ha pasado? Vas caminando, te cruzás con una chica y, de la nada, te sale ese pensamiento: “Wow, yo quiero la seguridad que tiene esa mujer”, “Mira ese pelo increíble, tan brillante y tupido, ¿por qué no me toca a mí?”. La volvés a mirar y pensás: “Con ese cuerpo, yo me pondría ese vestido sin pensarlo dos veces, o hasta desfilaría en bikini en la playa como si nada, O tal vez decís: “Es que con esa personalidad tan auténtica, todo le sale fácil”.

Y luego ves a más gente y te seguís comparando: “Si yo fuera como ella…”, como si no tuvieras nada de eso en vos, o como si lo tuvieras pero no lo vieras. Yo doy un taller de amor propio y siempre pasa lo mismo: llegan un montón de chicas geniales y, ¿sabés qué? Todas confesamos que nos comparamos. Pero ojo, siempre vemos lo lindo de las demás y se nos olvida mirar lo increíble que tenemos nosotras mismas.

En las dinámicas del taller, al final todas nos damos cuenta de algo: todas cargamos inseguridades, todas tenemos miedos, y somos más parecidas de lo que creemos. Esa vocecita pesada que te susurra que no sos suficiente no es solo tuya, ¡le habla a todas! Es como un club secreto en el que ninguna quiere estar, pero ahí estamos. Y lo peor es que nos convencemos de que “esto solo me pasa a mí, soy la única que se siente así”. Eso nos hace sentir raras, solas, como si estuviéramos peleando contra el mundo entero.

Pero, amiga, dejame decirte algo: ¡basta de compararte con las demás! ¿Por qué? Porque no tiene sentido, es una competencia que nunca vas a ganar y que ni siquiera es justa. Nadie ha caminado en tus zapatos, nadie ha sentido tus bajones, tus noches solas o ese corazón roto que cargaste vos solita. ¡Nadie! Es como querer comparar una manzana con un elefante, ¿cómo se hace eso?

Y, ¿qué ganás con compararte? Nada, solo te hacés daño. Así que mejor elegí pensamientos que te sumen, que no te lastimen. Querete más, de verdad. Si vas a compararte con alguien, que sea con vos misma: mirá a la que eras antes y a la que sos ahora. Pensá: “Ok, hace un tiempo estaba así, y hoy estoy acá”. O ponete una meta y decí: “Hoy pienso esto, hoy soy esto, y voy a trabajar para ser esa versión de mí que sueño”. Cuidarte, consentirte, crecer un poquito cada día. Esa es la comparación que vale la pena: la de ayer con la de hoy, la de hoy con la que querés ser mañana.

 

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